República Checa

Guia de viaje de

Praga

Rudolfinum de Praga

En Praga hay un efecto curioso y maravilloso al tiempo. Cuando visitamos Praga, entre sus edificios, sus plazas, por el medio de sus cuentos y de sus leyendas y apareciendo y desapareciendo por los renglones de su historia, las notas musicales de una Europa pasada acuden a nosotros.

Fachada del Rudolfinum de Praga.

Es un efecto, como os dijimos, curioso y maravilloso. Son notas musicales de las grandes sinfonías, interpretadas por las grandes orquestas, por músicos atemporales. Músicas y composiciones que seguro hicieron bailar a la ciudad de Praga. Hay música, mucha música en la vieja Europa en general y en la ciudad de Praga en particular.

Cuando visitemos la República Checa, en los días que andemos Praga, es bueno que sepamos, o que recordemos si ya lo sabíamos, que Praga es una de las ciudades de la música y no solamente en el país, sino en el mundo entero. No vale solo con decirlo, ni siquiera con escribirlo, hay veces que hay que hacer justicia. Esa justicia hacia Praga nos obliga a tener presente que esta fue la ciudad que acogió a Mozart, a cambio este compuso aquí su ópera Don Giovanni. Y aquí la estrenó. Cuentan las crónicas que al final del estreno, el genio austríaco exclamó: ¡mis praguenses me comprenden!. Pueden seguirse y oírse las huellas de Wolfgang Amadeus Mozart por el país y cualquier cosa que inspirase en talento del incomparable e inigualable músico, tiene que sentirse y aún oírse.

Imaginar Praga al son de la música, es imaginar una ciudad elegante, brillante, segura, alegre y acompasada. Si seguimos la música, cosa que haremos igual que si sonara el famoso flautista, una de las primeras paradas será en el Rudolfinum. Música por excelencia, arquitectura para admirar. ¿Cómo no lo iba a ser? ¿Cómo irse de Praga sin ver el Rudolfinum?. No puede ser ni lo uno, ni lo otro.

Historia del Rudolfinum de Praga

La historia del Rudolfinum de Praga es una de esas historias curiosas. De las historias que tienen capítulos a contar, capítulos de los que salen más capítulos, capítulos que acaban dando lugar a más historias. 

Hay que empezar la historia por el principio, y el principio es que el edificio se empezó a construir en el año 1875 y los trabajos duraron 10 años. Y uno de los capítulos a los que hacíamos referencia es precisamente uno que tiene que ver con su inauguración. Se había previsto esta para enero de 1885, pero el heredero del imperio, Rudolf Franz Karl Joseph von Habsburg-Lothringen, estaba enfermo y no pudo asistir. La nueva fecha se fijó para el 7 de febrero de 1885. Y es este día de primeros de febrero cuando en Praga se suceden los festejos con la asistencia de numerosas personalidades del momento. Entre estas personalidades estaba Anton Bucker, que fue en encargado de inaugurar el imponente órgano. Nuevamente, el heredero no puede asistir. El Rudolfinum de Praga lleva su nombre, precisamente, por este hombre.

Y, por último, no queremos pasar por alto, otro de esos capítulos que aparecen cuando se encuentra y se narra una historia. Esta obra, que desde el principio fue una obra pensada y orientada al arte, por primera vez no estuvo financiada por la Iglesia o por la nobleza. En este caso de Rudolfinum de Praga, se trató de un “regalo” a la ciudad de Praga por parte de una entidad privada, por parte del Banco Ceská Sporitela.

El Rudolfinum de Praga que hoy vamos a conocer fue diseñado, en principio y único lugar, para servir como sala de conciertos y para albergar en él las grandes composiciones y las grandes obras de la época. Así fue, Fue tanto así que los primeros pasos de este Rudolfinum son de la mano de una gran compositor del país: Antolin Dvorak.

Esta bendita función de palacio de la música se ve interrumpida y “secuestrada” por funciones muy alejadas de ella. Desde 1918 hasta 1939, o lo que es lo mismo el “período de entreguerras”, el amado Rudolfinum de Praga se vio convertido en la sede del parlamento checoslovaco.

En 1941, la sede del parlamento checo pasa a ser el centro de las oficinas del partido nazi. Estaba en este sitio al frente Reinhard Heydrich. La “bestia rubia”, que es como lo conocían sus soldados y como pronto lo conoció todo el país, era, sin embargo, un amante, un enamorado y un defensor de la música clásica y fue él, personaje violento y cruel del régimen nazi, quien de nuevo trae la música al Rudolfinum.

Es cierto, que hay que contarlo todo, que en este camino el oficial nazi dejó bien claro que la única manera que había de devolverle a la música clásica la dignidad perdida era haciendo sonar música clásica alemana. El Rudolfinum se había vuelto un palacio del arte alemán. ¿Conocéis la obra de Jiri Weil “Mendelssohn en el tejado”?, pues la idea arranca de este instante de la historia. Al parecer Heydrich había mandado eliminar cualquier referencia al mundo judío, la estatua de Mendelsson era una referencia de lo más obvia, pues el músico era judío. El problema fue que los operarios que recibieron el encargo no sabían cuál de todas las estatuas era la que había que bajar, por lo que empezaron a bajar la que les pareció que podía ser el músico. La fortuna hizo que el elegido fuera Wagner, el favorito de Hitler. Avisados del error volvieron a dejar la estatua en su lugar. En cuanto a la de Mendelssohn milagrosamente pudo ser ocultada y al fin del conflicto volvió a su lugar.

Desde 1946, el Rudolfinum es lo que nunca debió dejar de ser, un palacio de la música y funciona como sala de conciertos y de exposiciones. A destacar que a día de hoy es la sede de la Orquesta Filarmónica Checa.

Arquitectura del Rudolfinum de Praga

Si hay algo indiscutible en torno al Rudolfinum de Praga, aparte de que es un destino para la música, es el estilo de su edificio. Sin lugar a dudas es una de las grandes obras neorrenacentistas de Praga. Se levantó en el siglo XIX y los autores de la obra fueron los arquitectos Josef Zitek y Josef Sculz, viejos conocidos (y reconocidos) de la Ciudad Dorada, pues fueron ellos los que levantaron también el Teatro Nacional.

Uno de los elementos que más impresiona es la fachada. Tenía que ser así, a fin de cuentas es la fachada del edificio la que nos recibe al comenzar la visita al Rudolfinum. En esta fachada de la “casa de los artistas” -otro de los nombres con los que se le conoce es “Templo de la belleza”- destacan su escalinata, que contribuye a la solemnidad del lugar, las varias balaustradas y las columnas jónicas que la adornan. Si levantamos la vista, en el último nivel, en la balaustrada sobre la cornisa y bajo el cielo de Praga, hay una serie de estatuas. Son músicos, escultores, compositores de diferentes partes de Europa y que tienen todos en común ser artistas de fama internacional, de trayectoria mundial, totalmente actuales aún hoy y sin duda, atemporales: Bach, Beethoven, Mendelssohn, Mozart, Brunelleschi...

Interior del Rudolfinum en Praga

Ya os anticipamos que una de las mejores maneras que hay para conocer el Rudolfinum, es asistir a uno de sus conciertos. Y por ello, uno de los mejores consejos que en Buendia Tours os podemos ofrecer, es que, si sois amantes de la música clásica y amantes o curiosos de los espectáculos, comprobéis los conciertos que el Rudolfinum ofrece para vuestros días de visita a Praga.

Interior del Rudolfinum de Praga.

En el interior del Rudolfinum, la Sala Dvorak es un auténtico tesoro, un tesoro de la acústica que hace sonar especialmente bien los conciertos que se dan en ella. Lleva su nombre en homenaje a Antolin Dvorak, que dirigió (entre otras sublimes actuaciones) la primera actuación de la filarmónica checa en el año 1896.

El Rudolfinum de Praga tiene, en total, cuatro salas, contando la que acabamos de mencionar, y entre ellas están también la Sala Suk y la Sala Kubelik.

La Galería del Rudolfinum de Praga es otra de las paradas. Aquí no hay música, es una sala de exposiciones, pero no deja de ser un lugar para el arte, en perfecta consonancia con el entorno del palacio. Las obras que se muestran son cambiantes, no hay una colección fija. 

Ubicación del Rudolfinum de Praga

Cómo llegar al Rudolfinum de Praga

    Metro

    • Parada: Staromestska